Gigantes de hormigón, hemos convertido nuestro paisaje de solares para construir en esqueletos de hormigón a medio terminar.
La burbuja inmobiliaria no solo a frenado la actividad si no que también ha cambiado el paisaje de nuestras ciudades. Nos estamos acostumbrando a ver gruas inmóviles, solares vallados, materiales apilados y viviendas a medio terminar que quizás no se terminen nunca o acaben siendo derribadas.
El problema es que los promotores constructores no han podido finalizar las obras, llámese por falta de clientes, por falta de financiación o por falta de previsión.
Han preferido dejar las construcciones a medio terminar, esperando a tiempos mejores o entregarlas a los bancos.
En el primero de los casos, el futuro inmediato y a medio plazo es que esas obras no se acabarán, con el consiguiente ataque al entorno paisajístico y peligro de que sean utilizadas por terceros para refugiarse o quien sabe que.
En el segundo de los casos, los bancos no tienen intención, ni es su negocio, terminar las obras y poner en venta las mismas, con lo que la consecuencia es la misma que en el primer caso.
¿Soluciones ?, nadie puede meter mano a algo que es de ámbito privado y ordenar que se acabe de construir o que sea demolido.
Entonces, porque no, una ley que obligue a derribar edificios a medio terminar, que tengan más de 5 ó 10 años de antiguedad desde la paralización de las obras. Dejando la opción al propietario, banco, empresa o particular, a finalizar la construcción o derribarlo, corriendo con los gastos que conlleve tal acción.
No se pero creo que alguna medida se deberá adoptar para no convertir algunas ciudades o pueblos, en lugares fantasmas que nos recuerden que alguna vez este país fue un vergel para la construcción indiscriminada, de viviendas.